Del gr. δενδρίτης dendrítēs.
1. f. Biol. Prolongación ramificada de una célula nerviosa, mediante la que ésta recibe estímulos externos.
Cerebro y corazón.
Hace ya un buen rato entendí el concepto de dicotomía, quizá Saussure contribuyó en aquellos tiempos donde era adicta a la semiótica. Quizá las dos partes, complementarias, no se me revelaban tan terribles.
Hay recuerdos que tengo tan claros, y parece que ellos vienen de aquella época donde mi sistema nervioso era bueno. De los últimos diez años recuerdo poco, pierdo los motivos de las cosas, olvido relativamente rápido. Pero el corazón tiene otro tipo de memoria, que es mordaz, terrible.
Pareciera que hubiera otras dendritas, unas mucho más especializadas. ¿Por qué no he de recordar más cosas?, ¡oh Darwin, quizá tengas más razón de la que creías! ¿Pero qué hay de las células cardiacas?
Retomo el piso, que mucha falta hace. Solía soñar -eso lo tengo presente- a personas que flotaban y yo, consciente en el sueño, les añadía grilletes. Odiaba que mis personajes se fueran volando. Ahora creo que es posible que ese flotar lo abrace: el vértigo que ya no sé si provoca mi medicación o mi cerebro, ya hasta lo quiero. Ya sé cómo controlarlo (y si no, que hablen los alumnos que han visto mis locuras en el aula blanca, blanca, blanca).
A veces inunda una tristeza, porque no recordar me hace débil ante la "cita de autor", debo releer cada periodo, y aunque sé las cosas, no recuerdo hasta que veo las letras de quién es el autor de las frases o los postulados. Nunca podría ser una gran presentadora, pero me gana la pasión al estudiar los casos. Son esas pasiones que practico en clase, las que de alguna manera planto en una relación. Esa es otra historia, como decía aquella vieja campaña.
Ahora sólo vivo. Las cosas han cambiado mucho y poco. Leía lo escrito en mayo, pienso parecido. Las circunstancias cambian, eso sí. He hallado amigos hermosos, con almas impresionantes, seres llenos de puritita luz. He hallado personas increíbles, de las cuales quisiera empaparme todos los días, al menos los percibo más rápidamente.
No, no es que una deje de apostar. Ya no estoy en edad para eso. Apuesto. Simplemente que mis dendritas del corazón están agotadas, las múltiples calorías no sirven para esas células. Mañana iré a hacer ejercicio físico y de alguna manera es la mejor terapia para el corazón. Ahí se fusionan.
Voluntad, sólo se requiere voluntad. ¿Qué podemos tener sino las ganas de seguir?
El corazón sabe lo que siente, está triste. El cerebro entiende por qué lo está, y sabe que está bien que esté triste, porque sólo es cosa de comer chocolates.