viernes, 9 de febrero de 2018

Los tacos y los entes



Me siento realmente feliz de volver a escribir, y es que cuando tengo pendientes declaro mi absoluta ñoñez a sacarlos antes de mi hobby favorito que es hablar en gráfico. La encuesta ha sido tan cerrada que he decidido hacer una fusión entre mis preferencias en tacos y preferencias en chicos, y claro, mis rechazos totales en tacos y en chicos. Debo decir que no son proporcionales ni tampoco se corresponden, así que ahí les va mi clasificación taquifílica junto con semi romántica.

ADVERTENCIA

Si algún ente se siente ofendido por la similitud que tiene con un taco, debo decir que es absurdo, un taco siempre es bienvenido.

1) El taco de cabeza o el chico intelectual

El taco de cabeza puede ser muy pesado por su alto contenido en grasa. La grasa, como sabemos, es energía potencial. Cuando elegimos a un chico intelectual se implica que hay temas de conversación exhaustos. ¿Está tu estómago para la grasa perpetua? Es una interesante pregunta. Sabes que va a durar aún en época flacas, eso es bueno. Quizá lo terrible sea que se acumula la grasa. No esperes que un taco de cabeza salga contigo a correr al cerro Macuiltépetl, sería demasiado. Si tienes paciencia es posible que lo logres. También pienso (con base en experiencia) que sea un ser aburrido a las tres horas de hablar de algo. Recuerdo que tuve un novio que a mi madre y a mí nos dormía en la sobremesa. ¿Acaso las cosas simples no tienen espacio? Amo la cabeza de los entes, de hecho soy una fan, pero hay límites sebáceos. ¿Qué tal hablar de… no sé, el pan de La hogaza, ése de Chedraui, el simple, la micha, el bísquet simple. La antipoesía. El sándwich para el Papa. Aquí se corre el riesgo de sentirse indefensa, que bien puede ser una ventaja, ¡aprendes! Pero una relación de cabeza puede decaer en la falta de pasión. Adoro la pasión, adoro la palabra y el cuerpo, la maciza, pues. No contemplo que algo pueda ser más poderoso, pero bueno, lo asadito y bien condimentado no cae nada mal.

2) El taco al pastor

Adorado aquel que con su brutalidad llega a ser atractivo. Lo que me encanta del taco al pastor es que es a la brasa, ¿qué significa esto? Que la grasa se escurre y queda la carne, mejor si es doradita. A veces se cuela la grasita que no deja de ser hermosa. Si le añades de esa salsa color vino, con ese sabor a comino ¡dios! Debo admitir que son mis preferidos. Nada de que “puede dorar la carne en la plancha” ¡No!, eso es artificial. La carne al pastor debe ser natural, del trompo a la boca. Sabroso desde que la tocas. Recuerdo que desde chiquilla me mandaban a los tacos de Clavijero, chiquitos, humildes (deben ser así, si no, no cumplen). La humildad del taco es esencial,  no hay nada peor que un taco con mucha carne que le robe a todos los ingredientes su importancia (odio los videos del exceso: tacos gigantes, jochos gigantes, pizzas de taco, postres extra chocolatosos). No, todo es más simple ¿pueden extraer la maravilla del ente-taco sin más nada? ¡Encuentren su taco al pastor!

3) El taco de cochinita pibil

Lo que amo del taco de cochinita es que está bañado en su pibil, su caldito, que entre más concentrado, mejor. Tengo un lugar preferido, que por cierto ha bajado su calidad en Xalapa y ha hecho casi un chilatole en vez de algo denso, sabroso. Lo delicioso es que se mezcla con habanero, imaginen: denso y picante. Denso de sabor, picante que te den ganas de comer más. Yo tengo la costumbre de tomar Orange crush, si no, no sabe. Pedir una cuchara para el caldito, porque después de la carne se quiere una quedar con el sabor, es como tener una marca de que estuvo el ente en cuestión en tu alma o lo que sea, jajajaja. ¡y hay pambazos ahogados de cochinita! ¡Dios!

4) El taco de bisteck

¡No! Es más cebolla que carne. Es el ente que uta, parece lo máximo pero te decepciona. Menos carne que cualquier cosa ¡más cebolla, más lágrima que proteína! No, no… No lo recomiendo. Para eso, mejor ustedes cómprense bisteces de res o cerdo (acepto que me gusta más el cerdo) y háganselos al gusto con su salsa de chile de árbol. En los puestos callejeros la verdad, los hacen con 80% cebolla y 20% carne, pero eso sí, te los venden como si fueran la octava maravilla. Cuidado con esos hombres, desde ya les digo que no valen la pena. Son tacos inmaduros, apócrifos, nefastos.

5) El taco de tripa o mollejita

Entre más dorado, mejor. ¿Qué implica que sea más dorado? ¡Menos grasa! Me gustan esos, sí, son las vísceras, pero dentro de lo que otros dejan, queda el sabor. Debo admitir que es complicado hallar unos buenos. La tripa debe estar limpia, sin cuerito, dorada.  No es fácil hallarlos, pero se puede.

6)El taco de maciza

Bueno, son fáciles de hallar, son sangrones porque saben que es puro músculo. Se sabe que puede resultar sabroso, mordible, tocable, casi como de despedida de soltera. No esperes más. No hay grasa de actividad dendrítica. No esperes hablar de cosas profundas, son para pasar el rato. Aquí depende lo que te guste. No digo que sean malos, de hecho son de mis órdenes favoritas porque sabes a qué vas. ¿Quieres carne? Ahí la tienes, no esperes otra cosa. Debo decir que hace unos días pedí unos de maciza y tenían mucho cuerito y todos los dejé en el plato. ¡No señor, no me tome el pelo!

7) El campechano

Sé que la onda es que sea de bistec con longaniza, pero la verdad no soporto la longaniza, jajajaja. De hecho mi estómago no soporta ni la longaniza, ni el peperoni (en su acepción mexicana que viene a ser como el queso de puerco en redondo), ni el chorizo (lo siento para los albureros). Lo más importante son las papas y los nopales. No son lo mío, es como la hipocresía. O quieres carne o quieres lo que supone ser carne con cabeza. El campechano viene  a ser como la solución a dos por uno. Lo que viene a perder, al final, es la longaniza, jajajaja.

8) El de lengua

No muchos le entran, es carnosa, pero no deja de ser de lengua. Muy apto para quienes la usan de manera magistral, no es lo mío. En casa la prepara mi madre y es un éxito, pero no me acaba de convencer. Mucho bla bla, nada de otra cosa. Pero bueno, si le añades otras cosas, puede resultar interesante ¿no?

9) De ojo, de cachete

Muy específicos, nos habla de un paladar muy exquisito. Difíciles de hallar en el puesto, pero de repente tienen esa oferta. ¿Cachete? Jejeje, carnita específica, y con esa salsa verde con habanero ¡ay!

10) Suadero

Mmm, aquí tengo emociones encontradas, carne con mucha cebolla. Es como el de bistec, pura pantalla. Cuadritos mínimos de carne por 50% de cebolla, ¿qué da la cebolla?, sabor. Puede funcionar, pero no es lo máximo. Gustos temporales. Para un rato, están buenos.


Acepto que me faltan. En las pocas variedades que domino, es lo que sé. ¿Cuál es mejor?, no lo sé, supongo que depende el gusto. A mí, me agradan los de al pastor, los netas, los que solos o con salsa saben ricos. Doraditos con el tiempo, ¡mejor! Con su grasita intelectual, con su capacidad de asombrarse con las cosas más sencillas, ¡eso sí!, con la honestidad y seguridad de saber lo que apuestan porque saben lo que poseen.

Hace unos días hablaba con mis tías de los chicos, y sí, me gusta la carnita ya sazonada, con sabor propio. Sí, eso tarda y quiero de eso mucho. Ya, sabor definido. Ya, la querencia perpetua, ya, la diversidad en sí mismo, ¡qué maravilla! Si hallas tu taco favorito, ¡ámalo: