sábado, 29 de octubre de 2016

Adaptaciones

Ahora traigo esa energía de reconocerme escribiendo, debo adimitir que veo entradas en este blog tan claras que cómo me gustaría tener una súper memoria  para regocijarme en los casos repetidos y no repetirlos. Últimamente he hallado inspiraciones maravillosas, que al mismo tiempo, me aterrizan.

Esto se llama "Adaptaciones" porque estoy recogiendo algo de lo escrito en otros espacios para aclararme:

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Las motivaciones a veces se reducen. A pesar de tener muchas cosas por hacer, de dedicarme casi lo suficiente, hay esa energía que de pronto nace y se refuerza con otro ser, de otro momento, de otro contexto que eso es lo que yo llamo “milagro de la población finita”. Que alguien mire en otro algo de belleza y ese otro sea capaz de ver en el otro también similitudes asociadas, es impresionante, es digno de celebrarse. Todavía más si no hay algo tangible, porque lo tangible (muy a pesar del empirismo) a veces es engañoso. Lo trascendental es,  ya que el espíritu no se privatiza con alguna religión, y creo que mi espíritu  elige mucho mejor que mi cerebro. Creo en la belleza de los seres y el encanto construido con conocimiento y humildad. Me gusta escribir porque me entiendo y se abre un espacio para la certeza fuera del vértigo que a veces me hace desistir del sentido de humanidad.

Una vez tuve un novio de artes visuales, justo nos conocimos platicando en un blog de arte. Ésa ha sido una de las relaciones más largas y que me agarró muy verde en esta consciencia. La certeza que tuve al finalizar la relación (un fin no muy agradable, pero es bueno omitirlo) fue que una persona que se dedicaba al arte era un sujeto muy sensible justo a lo que se dedicaba: hallar belleza. Que en ese hallar de la belleza no podía ocupar un lugar central, monopólico, era como un bien colectivo. No llegué a desarrollar celos, no los ejecuto, prefiero mantenerme al margen de esas cosas, pero sabía que probablemente mi ser llegaría a sentir algo delicado en esos campos. Sí, yo prefiero que me conozcan por lo que escribo, porque no acostumbro escribir sino lo que siento, y entonces si alguien se enamora es de lo que siento. Eso es trascendental, eso me hace humana (con la bola de desperfectos que guardo).

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¿Saben lo bueno que resulta escribir? Lo que tecleo es una buena terapia, un hilo conductor del pensamiento, que tan bueno es como también es un verdugo. Desde los dieciocho años me he mantenido un tanto adormilada (cosas que ya saben los que saben), pero también me ha dado la calma para pensar más lentamente. Dentro del caos que resulta a veces nuestro propio espacio de vida, hay que darle chance al espíritu. Chance al agradecimiento, oportunidad a esa visión un tanto panorámica, astronómica, al polvo que representamos. 
 

sábado, 15 de octubre de 2016

Los recuerdos

Siempre ando persiguiendo los recuerdos. Hubo una edad donde éstos se me quedaban tan nítidamente que incluso son los que rescato muchas veces para entender que sí, hubo un tiempo de claridad.
Las imágenes son las pistas más adaptadas a mi estilo de vida, las fotografías, las letras. Mis relaciones amorosas terminan reduciéndose a imágenes que si no se me presentan, se van borrando de mi memoria temporal y es real. Luego miro y no reconozco muchos detalles y hasta trabajo cuesta creerme feliz en esos datos de fechas a las que se reduce la información. Las  palabras sí las recuerdo bien, más ciertas frases, y lo que más extraño de aquellas relaciones son las palabras.
Llega una edad donde una no puede permitirse exprimir, o no puede una permitirse sentir lo desagradable mucho tiempo porque, finalmente, te provoca amarrarte como las cochinillas cuando las tocan, o como las plantitas esas que apenas rozándolas, se cierran.
Realmente cada vez me da menos pena externar mis  pensamientos ante los demás, cada vez mi cinismo se encrudece y libero más rápidamente el dolor y la felicidad. Festejo una soledad apetecible en un espacio hecho cada vez más a mi manera. Sí, añoro compañía pero no es mi fin en la vida.
Creo que si he de optar por alguien más en un futuro, debo estar lo mejor posible porque deberemos estar enteros, sin tropezón previsto, con ganas, con fuerza. También creo que suele ser triste de vez en cuando y acepto que el compartir ahora es una prioridad, no hacia la perfección, si para la construcción (y eso, es más complejo).
Cada vez con menos tiempo, pero también a gusto con la carencia del ocio, me doy chance de escribir de vez en cuando.Es mi única manera de recordar que no recuerdo mucho, de saber que las fotos están ahí y que la resolución baja con el sol.
Que debo volver a pintar, a dibujar terminados los pendientes, que debo solicitar tiempo, despertar un poco tarde, no sentirme mal si como una u otra cosa, que todo tiene remedio si no fallas con los que te aman (porque aunque falles, están).
Hoy me conforta saber que cuento con las palabras regaladas en la tarde,  con el interés de las sabias mentes que de repente se verten en un teléfono, con saber que de alguna manera tan intangible, existo para otros seres que igualmente me valoran así... Sin tocar, sin escuchar la voz, de esa manera desinteresada que alimenta algo mucho más espiritual. Eso es lo que requiero ahora.
A veces me imagino sólo escuchando en la noche versos,o música, o lluvia. Unos ojos amables y pacíficos, con ganas de descanso, de paz.

He imaginado tanto eso que les cuento que es un recuerdo de lo que sueño, nítido ahora, y quisiera pensar que es el único recuerdo que no es recuerdo, si no premonición.