sábado, 15 de octubre de 2016

Los recuerdos

Siempre ando persiguiendo los recuerdos. Hubo una edad donde éstos se me quedaban tan nítidamente que incluso son los que rescato muchas veces para entender que sí, hubo un tiempo de claridad.
Las imágenes son las pistas más adaptadas a mi estilo de vida, las fotografías, las letras. Mis relaciones amorosas terminan reduciéndose a imágenes que si no se me presentan, se van borrando de mi memoria temporal y es real. Luego miro y no reconozco muchos detalles y hasta trabajo cuesta creerme feliz en esos datos de fechas a las que se reduce la información. Las  palabras sí las recuerdo bien, más ciertas frases, y lo que más extraño de aquellas relaciones son las palabras.
Llega una edad donde una no puede permitirse exprimir, o no puede una permitirse sentir lo desagradable mucho tiempo porque, finalmente, te provoca amarrarte como las cochinillas cuando las tocan, o como las plantitas esas que apenas rozándolas, se cierran.
Realmente cada vez me da menos pena externar mis  pensamientos ante los demás, cada vez mi cinismo se encrudece y libero más rápidamente el dolor y la felicidad. Festejo una soledad apetecible en un espacio hecho cada vez más a mi manera. Sí, añoro compañía pero no es mi fin en la vida.
Creo que si he de optar por alguien más en un futuro, debo estar lo mejor posible porque deberemos estar enteros, sin tropezón previsto, con ganas, con fuerza. También creo que suele ser triste de vez en cuando y acepto que el compartir ahora es una prioridad, no hacia la perfección, si para la construcción (y eso, es más complejo).
Cada vez con menos tiempo, pero también a gusto con la carencia del ocio, me doy chance de escribir de vez en cuando.Es mi única manera de recordar que no recuerdo mucho, de saber que las fotos están ahí y que la resolución baja con el sol.
Que debo volver a pintar, a dibujar terminados los pendientes, que debo solicitar tiempo, despertar un poco tarde, no sentirme mal si como una u otra cosa, que todo tiene remedio si no fallas con los que te aman (porque aunque falles, están).
Hoy me conforta saber que cuento con las palabras regaladas en la tarde,  con el interés de las sabias mentes que de repente se verten en un teléfono, con saber que de alguna manera tan intangible, existo para otros seres que igualmente me valoran así... Sin tocar, sin escuchar la voz, de esa manera desinteresada que alimenta algo mucho más espiritual. Eso es lo que requiero ahora.
A veces me imagino sólo escuchando en la noche versos,o música, o lluvia. Unos ojos amables y pacíficos, con ganas de descanso, de paz.

He imaginado tanto eso que les cuento que es un recuerdo de lo que sueño, nítido ahora, y quisiera pensar que es el único recuerdo que no es recuerdo, si no premonición.

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