No, no estoy hablando de un marco teórico. Hablo del arte, del placer.
¿Cuál, pues, es nuestro placer? No la dopamina secretada en un instante, es la permanencia del gusto por estar. ¿Estar?
Estar, sucumbir a una realidad modificable. Modificable por voluntad, esfuerzo humano.
Humana la habilidad del pensamiento. El trabajo sináptico.
Creencia en las capacidades dionisíacas y apolineas. Creencia sin el dejo de la irracionalidad. Y es que el sueño no es del todo irracional.
El cambio, los nuevos caminos, la valentía de caer y la resiliencia.
¿Qué tenemos si no voluntad? Movere, motivación. Cada flor que después del "norte" sigue su camino para crecer, no el pecado del optimismo que a veces se deja ver. No, aprendo de la naturaleza.
Amigos, amores, almas, entes, somo elementos del universo.
Aprendo a golpes y a caricias.
Decido, quiero, busco, hallo y no encuentro muchas veces pero una aquí sigue intentando.
Después de una racha canija (digamos), sigo respirando.
Nos hemos de ir, nos hemos de perder en la mayoría de los cerebros -que como el mío- pierde memoria. Ya aunque eso pase, algo, mínimo, se ha de quedar.
No esperen de mí la injusticia.
No esperen de mí la falta de reconocimiento (a menos que me hallen sin lentes, que es algo físico pero que no es de corazón). NO.
Aquí heme, aquí.
Mi compromiso es con ellos, conmigo.
Amo.
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