Cada que termina un semestre, inician los términos de proyectos, las persecuciones de tesistas, las lecturas que se ensanchan en una hoja repleta de líneas. Existe un cansancio natural que, por si fuera poco, se inflama con los achaques que la Luna afecta. Justo ahora, siento pesados los párpados, ardientes los ojos y la mente disipada.
La ventana está abierta, y lo poco de frío que rellena este pequeño espacio, ayuda a respirar vida. Lo interesante, y por más deprimente que pudiera dibujarse este instante, radica en que hay luces inesperadas. A veces tales energías vienen de la mañana, de la sonrisa de mi sobrina, de escuchar la locura familiar o de otros seres que de pronto aparecen en el guión. Veo labios conteniendo sonrisas, leo palabras maravillosas, la lejanía más cercana que pudiera imaginar. la esperanza no fácil, la hallada, la increíble posibilidad de cambio. Otro aire.
La expectativa siempre es el peso de las cosas, pero ahora no añado más que ideas ligeras y confirmo que las felicidades ya no son fugaces como las entendía antes. Puedo verlas extenderse, durar, aún en un fatigoso conjunto molecular que ahora ha decidido escribir, en praxis, sobre nada.
La música me acompañó desde la mañana, teletransportaciones al sur, tan fluido todo, tan señalado por el bien. Me he desvestido de sábanas y exhalo emociones contenidas por tiempos pasados. Y se exhala con sabor a menta, a yerbabuena. Y es que quizá sea la forma más bella de soltar con buen sabor de boca aquello que habitaba los altares. Envuelvo llaves de emociones, puertas que aprenden a abrirse con otra piel, y los ojos que ardían alcanzan a abrirse con luz, todavía.
Al final de cuentas, este cansancio lo recibo y abrazo, lo valoro, la Luna de acompañante logró tanto cambio, que los guerreros deben descansar.
No hay más lucha previsible, todo está tan equilibrado, tan fuerte, tan estable, que no me queda más que disfrutar la decadencia temporal de las pequeñas o grandes batallas, y sí, estar lista para los descubrimientos que la benevolente coincidencia me prepara (que de alguna manera vislumbro, como pequeño don de ese viejo sexto sentido).
Aquí sigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario